La proliferación de clínicas y la desmesurada competencia odontológica con el implante como elemento estrella hacen que en algunas se desdeñe realizar en las primeras visitas una exploración completa y exhaustiva de dientes, tejidos blandos, lengua, y mucosa oral en general. Se ha sustituido el “doctor, vengo a que me vea la boca y me diga qué tengo” por el “vengo a que me haga usted un presupuesto”.
Los profesionales debemos tratar de cambiar esa inercia y posicionar nuestra profesión en su verdadero contexto: diagnóstico, tratamiento y, como colofón, embellecimiento. Ese, y no otro, debe de ser el punto final de nuestra actividad, compatibilizando lo curativo con la obtención de una estética impecable.
El conocimiento de la patología de mucosas y dientes se antoja fundamental, ya que la boca es la puerta de entrada de alimentos, gérmenes, toxinas y, a veces, de cuerpos extraños, así como la primera barrera defensiva que el enemigo encuentra en su afán de progreso al interior de nuestro organismo.
La identificación de lesiones orales, dentales y linguales enciende la bombilla de lesiones a mayor distancia y una correcta y precoz exploración radiológica recomendada en la primera visita ayuda a descubrir lesiones óseas que permanecen ocultas y asintomáticas en ocasiones y que evolucionaran a una intensa destrucción ósea.
A lo largo de muchos años de experiencia clínica, nuestra condición de médicos nos otorga el conocimiento global que interrelaciona la boca y el organismo en general y es por eso que debemos esmerar nuestras primeras exploraciones, ya que por poner un ejemplo, la detección precoz de un cáncer oral o de una lesión pre-cancerosa puede salvar una vida y evitar mutilaciones innecesarias.
Una bella sonrisa es una magnífica carta de presentación; unos implantes correctamente realizados, unas fundas bien ajustadas, unas obturaciones funcionales, una ortodoncia y un tratamiento periodontal esmeradamente realizados son el resultado de un diagnóstico bien hecho y una correcta planificación, pero la primera exploración y el diagnóstico (no un presupuesto) son la mejor manera de hacer bien las cosas y el reflejo de una correcta atención profesional, que debe buscar el concepto salud mucho antes que el mercantil. Reitero: hagamos diagnóstico, no presupuesto.
Fuente: farodevigo.es